domingo, 6 de mayo de 2012

La noticia periodística

"La verdad y las noticias no son la misma cosa." Katherine Graham, propietaria del Washington Post

 

El siguiente es un apunte de clase basado en varios textos:

                                                     
La noticia un hecho verdadero, actual, inédito y de interés general relatado desde el punto de vista de un periodista y publicada en un medio de comunicación.

Etapas:
1) valoración (qué es noticiable)
2) recolección de datos (en distintas fuentes, investigación)
3) elaboración  (qué tratamiento le doy)
4) difusión

Objetivos de la noticia: informar, hacer comprensible, formar opinión, su lectura debe dar placer (no se puede aburrir al lector).
Tratar los hechos en forma aislada no facilita su comprensión. Hay que tener en cuenta
3 dimensiones:
-histórica (lo que pasa hoy tiene sus raíces en el pasado)
-mundial (lo que pasa aquí tiene que  ver con lo que pasa en el mundo)
-social (un hecho siempre conlleva conflictos, intereses, alguien se beneficia, alguien se perjudica)

Una noticia debe responder básicamente a las 5W: qué, quién, cuándo, dónde y cómo. Y para ponerla en contexto por qué y con qué consecuencias.

La objetividad no existe pero
sí periodistas que la buscan. La subjetividad no obstante se cuela por lo menos a través de tres acciones del trabajo periodístico: la selección, la jerarquización y el tratamiento de la noticia.
El criterio de selección de algunos medios nos presenta un mundo de cosas raras, de desastres, de famosos, un mundo loco, sin explicaciones. En vez de informarnos, nos distraen. En vez de aclararnos, nos confunden, en vez de despertarnos, nos adormecen, en vez de unirnos, nos dividen, en vez de fortalecernos, nos debilitan. Sirven para mantener una situación de dominación y quitarnos las ganas de cambiarlas

Fuentes:
el protagonista es la primera fuente, la más directa
organizaciones (que hacen llegar gacetillas a los medios)
testigos
corresponsales
documentos, datos
agencia de noticias

Los rumores no son noticia. Siempre hay que chequear y verificar.  Tampoco son noticia los hechos de la vida privada de las personas, salvo que afecten la vida pública. En temas controvertidos dar cuenta de todas las posiciones.
El periodista tiene derecho a no revelar la fuente. Este derecho forma parte de la libertad de prensa y es garantía de un periodismo independiente. Ahora lo que se dice off de record no es publicable. Solo sirve para iniciar una investigación. 

                                           ***
Ya investigué los hechos. Ahora, antes de redactar la noticia tengo que tener en claro qué quiero decir y a quién. Entender lo que se va a contar. Dilucidar dónde está el corazón de la cosa. Preguntarme qué quiero que entienda o se pregunte el lector después de leerme. Qué va a hacer que valga la pena, qué lo va a hacer distinto de lo que se cuenta cientos de miles de veces en todo tipo de medios. Si algo me llama la atención especialmente, tengo que confiar en que eso va a llamarle la atención a los demás: confiar en ese entusiasmo por las cosas que me sorprenden o interpelan, y centrarme en ellas.
La lectura o no lectura de una nota, en general, se juega en el primer párrafo: la cabeza. Ahí es cuando se capta o no se capta la atención del lector. Para eso hay estrategias variadas: la concentración de información (estructura de pirámide invertida). Producir algún efecto en el lector: placer, indignación, asombro, algo.
El texto periodístico debe ser claro.
A partir de allí, la receta es tan simple que muy pocos la usan: desplegar información, datos y más datos, procurar que cada párrafo tenga por lo menos una idea. Y, al final, un buen remate. Remate no significa moraleja, consejo, editorial sedicente o solapada, sino un dato que funcione como síntesis, paradoja, puesta en cuestión, chanchán.
Un periodista informa, no juzga, no da consejo, evitar por lo tanto el tono meloso, severo, moralista. Las notas no son banquitos: no deben usarse para subirse encima, levantar el dedo y decir sho opino que. Por supuesto, cada cual tiene una opinión sobre cada cosa, y esa opinión influye en lo que escribe.

Escribir consiste nada más y nada menos que en elegir palabras. Hay que dominar palabras para que las palabras no te dominen a ti. Muy útil, en estos tiempos cibernéticos, un sitio ibérico: www.fundeu.es, la “Fundación del Español Urgente”).
Lo habitual es escribir en tercera persona.
Evitar en lo posible los adjetivos (el adjetivo es la arruga del lenguaje #Carpentier). Malviviente, inadaptado, etc. El lector es inteligente, dejemos que el solo saque una conclusión de cómo son las cosas. Y si se usa algún adjetivo, su lugar está detrás del sustantivo.
–En los textos periodísticos abundan las “segundas palabras”. Aparecen cuando el periodista piensa hospital y escribe nosocomio, piensa entró y escribe ingresó. Esas segundas palabras suelen venir de jergas policiales, políticas, deportivas. Pero un texto periodístico no es un campeonato de sinonimia, y en general las segundas palabras son mucho más imprecisas, feas y berretas que las primeras. Así que, salvo error u omisión: ¡usen las primeras palabras, que tan bien dicen lo que dicen!
Una variante particularmente insidiosa de las segundas palabras son los eufemismos. Duro con ellos: la guerra de Irak es guerra y no conflicto. Si hay torturas no es abuso. Un reajuste o reestructuración de tarifas suele ser un aumento.
Otra son las siamesas. Hay palabras que se siamesaron y formaron monstruitos antipáticos: la atención ya no puede ser llamada poderosamente, los admiradores no son más fervientes, el dramatismo hondo, las lloviznas pertinaces. Empuñen, sin temblor, el bisturí: para reinar, dividan.
Evita lugares comunes: voraz incendio, llovizna pertinaz, citado nosocomio, desenlace fatal, intersección de ambas arterias, rugiddo de las tribunas, prestigioso facultativo, aplastante mayoría, prundente accionar de la policía, arma de grueso calibre, darse a la fuga, según manifestaron testigos oculares, infructuosa pesquiza,  frondoso prontuario, esfuerzo titánico.
El verbo es la forma de describir una acción. No lo traicionemos usando la voz pasiva. El tiempo verbal más simple, directo, creible y útil es el pasado. Cuando uno empieza a escribir en un tiempo debe sostenerlo a lo largo del texto. Evitar los verbos en y los gerundios.
El sujeto y el verbo se necesitan como el sol y su luz. No hay nada más letal para esa relación que intercalarles una coma. Las comas son la segunda causa de muerte en accidente laboral periodístico: las comas no sirven para respirar, sino para darle estructura a una frase.

Si no saben si sino se escribe sino o si no, siempre pueden ir y preguntar. Por ahora: si no es sino de destino, si no quiere decir que no tienen que escribir eso sino esto, sino se escribe si no. Y si no, sino. Más claro, agua, vecino.

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